miércoles, 3 de diciembre de 2008

Altruistas


Acostumbraban verla caminando sola por la orilla del mar, con un rostro lleno de aflicción y melancolía, retraída en sus pensamientos, parecía que su alma no estaba en el cuerpo, como si estuviera viajando por el universo. Así pasaba toda la tarde, con un aspecto sombrío, hasta que anochecía y retornaba a su hogar para contemplar el cielo desde su ventana.

Pero ella tenía una gran razón que explicaba su indiferencia… podía saber lo que sentían las personas cuando las miraba fijamente a los ojos.

La muchacha estaba muy decepcionada de las personas, porque tan solo veía malos sentimientos; en ellas reinaba el odio, la amargura, la envidia y el rencor. Jamás conoció a alguien que fuera distinto, que la conquistara con su afán de ser feliz y por sobre todo que sembrara amor por el mundo.

Pensaba, que la vida es hermosa cuando se aceptan todos los misterios que nos regala, y que aprender a estimar todas las oportunidades es deber de cada día.

Así paso muchos veranos, pérdida en ilusiones y fantasías, esperando que alguien especial surgiera repentinamente y la ayudara a demostrar que la felicidad a pesar de ser efímera, es alcanzable cuando el amor es grande y menguamos los problemas.

Un día dando su habitual paseo vio que en el otro extremo de la playa caminaba un joven, tenía las manos en los bolsillos y la cabeza inclinada, miraba la espuma que el mar llevaba hasta sus pies, y de vez en cuando se detenía a contemplar la inmensidad del mar.

En unos instantes ambos se encontraron de frente y sus ojos se disiparon de la realidad, como si estuvieran mirando a través de una ventana el alma del otro. Después de unos instantes se sonrieron y cada uno siguió su camino.

A partir de ese día, el mundo emprendió una nueva trayectoria, cambios impresionantes en todos los continentes maravillaban a la humanidad, afloró la paz y las personas comenzaron a esbozar por primera vez, una cálida sonrisa.

Los jóvenes fueron los protagonistas de esta transformación. Al intercambiar sus miradas, aquella tarde en la playa, comprendieron que cambiar el mundo era una misión que debían realizar juntos pero a la distancia, pues la necesidad del mundo era exorbitante. Acordaron que al terminar su cometido se volverían a encontrar en el mismo lugar para ser felices juntos y sellando el pacto con una sonrisa partieron sin mirar atrás.

Ya han pasado muchos años desde que la pareja emprendió su viaje. Cada vez que logran tocar a alguien con una fraterna mirada aparecen otras personas que lo atormentan y deben comenzar nuevamente su labor.

Afortunadamente su amor es fuerte y sabio, esperarán todo el tiempo que sea necesario para rehabilitar completamente al mundo, alejando la perversidad para dar paso a la concordia.

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