martes, 16 de diciembre de 2008

Media frazada


Este es un cuento que me gusta mucho y siempre me hace pensar en que no soy lo suficientemente justa con mi familia. Espero que les guste. (Porsiacaso yo no soy su autora)



Don Roque era ya un anciano cuando murió su esposa. Durante largos años había trabajado con ahínco para sacar a su familia. Su mayor deseo era ver a su hijo convertido en un hombre de bien, respetado por los demás, ya que para lograrlo dedicó su vida y su escasa fortuna.


A los setenta años, don Roque se encontraba sin fuerzas, sin esperanzas, solo y lleno de recuerdos. Esperaba que su hijo, ahora brillante profesional, le ofreciera su apoyo y comprensión, pero veía pasar los días sin que este apareciera y decidió, por primera vez en su vida, pedirle un favor. Don Roque tocó la puerta de la casa donde vivía el hijo con su familia.


- ¡Hola papá! ¡Qué milagro que vienes por aquí!

- Ya sabes que no me gusta molestarte, pero me siento muy sólo; además estoy cansado y viejo.

- Pues a nosotros nos da mucho gusto que vengas a visitarnos, ya sabes que esta es tu casa.

- Gracias hijo, sabía que podía contar contigo, pero temía ser un estorbo.

- Entonces, ¿No te molestaría que me quedará a vivir con ustedes? ¡Me siento tan solo!

- ¿Quedarte a vivir aquí?

- Sí... claro...pero no sé si estarías a gusto. Tu sabes, la casa es chica... mi esposa es muy especial... y luego los niños...

- Mira, hijo, si te causa muchas molestias olvídalo.No te preocupes por mí, alguien me tenderá la mano.

- No padre, no es eso. Solo que... no se me ocurre donde podrías dormir.No puedo sacar a nadie de su cuarto, mis hijos no me lo permitirían... o solo que no te moleste...

- ¿Qué hijo?- Dormir en el patio...

- Dormir en el patio, está bien.El hijo de don Roque llamó a su hijo de doce años.

- Dime papá.

- Mira, hijo, tu abuelo se quedará a vivir con nosotros. Tráele una frazada para que se tape en la noche.

- Si, con gusto... ¿y dónde va a vivir?

- En el patio, no quiere que nos incomodemos por su culpa.Luis subió por la frazada, tomó unas tijeras y la cortó en dos. En ese momento llegó su padre.

- ¿Qué haces Luis? ¿Por qué cortas la frazada de tu abuelo?

- Sabes papá, estaba pensando...

- ¿Pensando en qué?

- En guardar la mitad de la frazada para cuando tú seas ya viejo y vayas a vivir a mi casa.

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